sábado, 12 de agosto de 2017

La mujer del anarquista: El amor es el opio de las mujeres


«La mujer del anarquista» es una película que me habían recomendado hasta el cansancio hace unos años y me desengañé cuando por fin la vi.

Corrí a verla con la esperanza de encontrar en ella reflexiones de Emma Goldam o al menos pequeños instantes de lucidez política. Corrí a ella como la colegiala que le han dicho que en tal parte hay unos zapatos que la esperan con las correas perfectas para el grosor de su pie y su pantorrilla. Así de gráfico. La película me la recomendó un desconocido cuando todavía estaba en la universidad. Eran épocas de búsquedas juveniles en cuando a opciones políticas que coincidieran con mi militancia feminista, que también se estaba cociendo. Si me preguntan por el desconocido, era un Nacho Progre.

·         El problema viene desde el título

El título apetece pero si te fijás bien, desde ahí se nota una posición secundaria para la que se espera sea una representación del anarcofeminismo. Eso quisiéramos ver. Pero el título es similar a los nombres que aparecen en la biblia al mencionar a las mujeres de los pasajes bíblicos o aventuras del joven Jesucristo. Veamos: una tal viuda de la moneda, la pecadora arrepentida, la mujer del flujo de sangre, la jorobada, la mujer de la moneda perdida, la samaritana, la cananea, la sulamita. Son unas cuantas que aparecen apenas nombradas: Rebeca, Sara, Josabet, Lidia y nuestra preferida María Magdalena.

Desde el título debés entender que será una película donde el único que se aventura en la política será el marido porque ella sólo es LA MUJER del anarquista. NO la anarquista.

·         La trama lo comprueba

La trama la resumo así: La España franquista, desgracia, guerra y muertes. Los patriotas, los amantes de la libertad, se suman a la causa y como ha sucedido en las guerras de la historia de la humanidad, las mujeres se quedan en casa a cuidar de los hijos, a esperar al marido y soñar con que todo vuelve a ser precioso y honesto. La película muestra cuál era uno de los papeles de la mujer en los conflictos armados. Eran enviadas a las casas y las guarderías mientras el país se estaba quebrando. No como modo de protección, más bien como una reserva para la procreación y para realizar las labores, sucedida la guerra. No se muestra en ningún momento el papel revolucionario de ellas, como si no existieron las mujeres que tomaron las armas, las que instigaban en las fábricas, las que protestaban, repartían panfletos, editaban periódicos insurgentes. No eso no. Para hacer más bonito el asunto muestran a la esposa paciente, fiel y hacendosa, que además se muere de tristeza porque no sabe si el esposo volverá, que sueña con hacer el amor con el héroe de guerra.

En la película el esposo libertario pasa varios años fuera de casa, enamorado de otra mujer. Mientras tanto la mujer del anarquista se queda en casa haciendo la cena, guardando el cuerpo para el marido y soñando que hace el amor con él en su cama matrimonial. Muestra el sufrimiento y la espera que sin duda atravesaron muchas mujeres durante las guerras mundiales, mujeres que se quedaron esperando maridos que no volvieron por distintos motivos y que si volvieron ya no son los mismos debido al famoso estrés posguerra o porque se fueron con otra compa o porque los mataron. Del modo que fuera, queda ese vacío enorme en la vida de la esposa que todo lo puede en nombre del amor romántico que en realidad es el matiz de la película, pues no sólo habla de la época franquista, sino que muestra a una mujer que bajo los preceptos de la época, (que no han cambiado mucho), debe seguir al pie de la letra su papel de esposa y madre abnegada.

Son tristes las escenas donde ella cada noche rezaba y prendía velas para que él volviera, quizá ya sin importarle que la quisiera, pero que al menos volviera vivo por los hijos abandonados.



·         El amor romántico nos encadena

La mujer del anarquista muestra eso, que el amor patriarcal, el que nos han enseñado y nos siguen vendiendo en el cine, perpetúa la idea de que está bien sacrificarse tontamente por el qué dirán, ocultar nuestros propios sueños y esperar. Sólo esperar y aguantar el “hombre que Dios te dio” porque no se puede cuestionar el designio divino. La mujer del anarquista ve pasar los mejores años de su vida esperando al marido. Ella es indiferente a la política porque eso es cosa de hombres, ella debe cuidar a los niños por instinto materno y soñar con el día que casada de blanco, el esposo le prometió felicidad cada día de su vida.

Cierro el espacio con estas frases que nos invitan a reflexionar el tema:

«El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal». (Simone de Beauvoir)

«En el amor seguimos siendo muy idealistas. Somos supermodernas, con todos los elementos de la modernidad -pensamiento crítico, principio de realidad, análisis concreto-, pero en el amor nos perdemos, y seguimos queriendo amar y que nos amen según los mitos tradicionales, universales y eternos que han alimentado nuestras fantasías». (Marcela Lagarde)

Y una de mis favoritas que cae excelente al tema y que titula este artículo:

«El amor ha sido el opio de las mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los hombres gobernaban». (Kate Millet)

Por cierto, la mujer del anarquista se llama Manuela en la película. Y en la reseña que se encuentra en internet describe al esposo como un libertario y a ella como una apasionada. Porque claro, los hombres luchan y las mujeres amamos.