domingo, 21 de mayo de 2017

Cuidado con quién chateas. No todas somos una Hard Candy



La genial película protagonizada por Ellen Page parece ser de esas que presagiaron lo inseguro que internet se volvería para las usuarias. Las formas de agresión son variadas, desde acoso virtual, difamación, falsas promesas de empleo que terminan siendo redes de trata, prostitución o pornografía, divulgación de material íntimo sin consentimiento de la mujer y en peores casos, conexiones con extraños, aparentemente inofensivas, que pueden traer consecuencias fatales para las adolescentes y jóvenes, presas favoritas para los depredadores virtuales.

Todas conocemos al menos una de las tantas formas de agresión por internet. La más usual es el acoso, y no por ser la más recurrente es la menos complicada. Se conocen de casos donde la mujer acosada se han visto con el temor de habitar su propia casa porque quien las acecha conoce su rutina diaria y en peores situaciones, logra entrar en la vivienda ya sea para robar prendas de las víctima o para violarla o matarla por ser rechazado. Ninguna mujer que viva esto puede decirse ajena de las crueldades del machismo, la misoginia y la violencia contra las mujeres que muchos niegan. Existen y la mayoría de casos esperamos hasta las últimas consecuencias para aceptar que el sistema está podrido.

Hard Candy (2008) Es una oscura mirada de lo que internet puede traer a las jóvenes si no están atentas o sumamente seguras de con quién están mensajeando en incluso compartiendo material sexual. Los nudes parecen estar de moda ahora que aparentemente se goza de libertad para hablar de sexo en las redes sociales.

Los que parecen no entender el asunto son quienes comparten este tipo de materiales violando la privacidad y la confianza de la otra persona, pero la crítica común recae siempre en quien los envió, generalmente mujeres, siendo esta la culpable de su propia desgracia pues como siempre la sociedad patriarcal exonerará de toda culpa al hombre, quien sí tiene derecho de exhibir su vida sexual en redes. Y seguiremos reproduciendo este patrón con comentarios tan sexistas y mierdas, sobre el cuerpo femenino objetualizado en ese momento. Porque ya que el video está por ahí, pues por qué no echarle una miradita. Ahhh, mis borregitos. Tan hijos del patriarcado.

¿Qué tiene que ver Hard Candy con todo esto? Pues que a diferencia de la ficción, difícilmente tomaremos una venganza tan fríamente calculada como la de Halley en la trama. La chica estudió al tipo que quería violarla y posteriormente matarla. Investigó a sus víctimas, se creó una imagen de chica buena e inocentona para que el violador no sospechase nada y la llevara a la casa que sería su propio infierno. En la vida real las cosas no ocurren así. Quizá haya alguna de nosotras que sepa defensa personal y tenga un tremendo valor pero veo difícil que dedique noches enteras a rastrear a un violador y asesino en serie de mujeres y se contacte con él para matarlo. La ficción supera nuestros medios reales. Claro que nos encantaría librar al mundo de un par de tipos mierda porque nuestros sistemas judiciales son igual de mierda que ellos pero tenemos el suficiente seso para saber que capaz no enjuician peor que al violador mismo por matarlo. Y ahí sacan a los derechos humanos y todos los sentimientos altruistas que se les ocurran.

Lo más sensato que podemos hacer es prestar atención de con qué clase de lacra nos estamos contactando ingenuamente. Porque no es malo usar las redes para conocer gente, pero hay que cerciorarse de que, primero existe, que haya gente que garantice que ese del perfil es real y segundo, que si existe, no sea sólo fachada de capellán. Peor si lo ven comulgando en misa y en redes es todo un pervertido. Hay de todo. Y en eso, creo que varias nos hemos llevado tamañas sorpresas con tipos que muy finos, muy intelectuales, muy padrinazos, pero que por dentro son la lacra de acosadores, pérfidos abusivos con fetiches extraños, que de primas a primera te exigen fotos de lo que se les ocurra. Porque los hay con extravagancias. O los que con excusas de vidas tristes y oscuras buscan apoyo moral -y sexual- en tus manos -y vagina- porque segurito vos les llegaste caída del cielo. Repito hay de todo en el sendero del señor.


Como caso personal y de lo último que adjunto por ahora, porque tengo varias anécdotas por ahí, pero mejor para otro día, es la anécdota de un chamaco que me escribió supuestamente con intereses literarios. Estos seres han practicado tan bien su papel que hay aguzar bien la voz mental y no desoír cuando esta te diga “cuidado”. Pues en él, algo de entrada, me dijo, peligro. Procuré ser amable, porque me pidió sitios donde leerme y le pasé lo necesario. A los días me pedía fotos de partes extrañas del cuerpo. Me hacía la desentendida y no hablábamos por semanas. Cuando quiso volverse mi amigo me hablaba de su maltrecha vida sentimental como para enternecerme. No podía decirle mucho, porque en cuestión de consejos sobre esos temas soy bien simplona. Seguía mi sospecha y un día un amigo que lo vio como contacto en común, me escribió preguntándome si lo conocía. Resulta que una de sus amigas había tenido una relación sentimental con él, con graves consecuencias incluso para su salud emocional. La imagen de oveja castigada por la vida se derrumbó. Le agradecí a mi contacto y decidí eliminar al tipo. 

Me dije una vez más que no debo dudar de mis instintos y se los aconsejo a ustedes, evalúen a qué personas les están dedicando su tiempo porque no estamos exentas de toparnos con una piraña. Valoren las intenciones de los tipos que les escriben. Ustedes no tienen que demostrarle nada a nadie. Como dice Rebeca Lane “este cuerpo es mío” y nadie puede obligarlas a nada ni a violar su privacidad.