lunes, 31 de julio de 2017

Doble riesgo: La valentía tiene cara de mujer


Como ya saben me gusta hacer reseñas de películas. Ya sea que las encuentre por casualidad o que por una búsqueda a consciencia me tope con una joya o cuestione alguna ya vista y conocida pero esta vez bajo la mirada feminista. Créanme, es un placer increíble tomar conciencia de lo que se ve. Volverse exigente con el cine que se consume presumiblemente por placer, que puede volverse un espacio de reflexión.

Esta vez ofrezco una crítica a una película llamada doble riesgo. La que puede ser vista bajo las bondades del criterio de género y el test de Bechdel que es muy útil como ya referí en otras oportunidades. Doble riesgo, puede pasar este test por las virtudes que muy pocas veces nos muestran otras películas de este tipo, las que se pueden creer inclusivas sólo por tener a una mujer de protagonista. La trama gira sobre la desgracia que le ocurre a Liby, una joven esposa que es acusada de asesinar a su marido y es encarcelada. Lo conflictivo aquí, es que Liby es inocente: Su marido ha planeado su propia muerte para cobrar su seguro de vida. Aunque Liby diga la verdad nadie le cree porque la sociedad patriarcal minimiza el discurso femenino, sobre todo cuando se es presuntamente peligrosa: una asesina, una mala mujer que mata al buenazo de su marido. Inconcebible. Lo honesto hubiese sido que soportara todo, como esposa ejemplar. Pero no, Liby se portó mal y debe ser encarcelada cuanto antes.

Para ella, lo más duro de estar en prisión y ser inocente es que también ha perdido a su hijo. Su marido ha escapado con el dinero y el niño. Debe cumplir una condena porque una apelación sería inútil. Nadie duda de la maldad de una mujer asesina. Sobre todo cuando el marido es un prominente miembro de la comunidad. En prisión, otras convictas con el mismo crimen le aconsejan que cumpla su condena, mantenga una buena conducta y al salir lleve a cabo su venganza: Según la ley, no se puede condenar a alguien dos veces por el mismo crimen, es decir: ya que su marido legalmente está muerto, puede matarlo y nadie podrá impedirlo. Esta nueva información alimenta la fe de Liby, quien está dispuesta a recuperar a su hijo y su propia vida.



Aquí ya podemos sopesar la película según el test de Bechdel (que como ya he dicho, si bien no es una herramienta rígida, es una guía muy prudente para olfatear micromachismos en el cine). El primer aspecto es una protagonista muy definida, sin los estereotipos de la damisela en apuros, Liby vence cada obstáculo gracias a su inteligencia y tenacidad, lo que nos lleva al segundo aspecto, que valida y salva al primero: La sororidad de las compañeras de cárcel, que le aconsejan que sea fuerte mientras esté en prisión y no pierda de vista su objetivo. Ya que al faltar otra protagonista, mostrar la solidaridad entre mujeres que viven circunstancias parecidas fomenta el apoyo femenino. El tercer aspecto dice que el argumento no debe centrarse en los hombres. Liby quiere vengarse de su esposo por ser quien ocasionó esta desgracia en su vida. A pesar de ello, me parece que la trama resalta el crecimiento personal de la protagonista. Se redescubre fortalecida y llena de esperanzas, está decidida a encontrar a su hijo y en el trayecto sorprende incluso al oficial a cargo de vigilar que cumpla su libertad condicional, pero ella no debe esperar más tiempo, fue paciente durante su condena ahora debe actuar rápido. Su marido ha asesinado esta vez a una segunda mujer y ha cobrado su seguro, ahora es una venganza doblemente justificada: es un misógino que debe pagar.

Y la ley está de su lado: No se puede asesinar dos veces a la misma persona. El final cumple con lo que conocemos como justicia poética, debe triunfar la verdad. El oficial de libertad condicional descubre que Liby dice la verdad y decide ayudarla en esta última etapa de atrapar al maldito. Ambos lo acorralan en su oficina y Liby debe matarlo antes de que él se salga con la suya. Al final, consigue el perdón total del Estado y se reencuentra con su hijo, la última prueba que debe cruzar para constatar su propio valor.

Una buena propuesta de cine. Tiene la virtud de entretener, una protagonista muy versátil que nos sorprende a cada paso. Una evolución muy interesante y una trama poco usual en comparación al cine burdo que nos tiene malacostumbrados Hollywood. Un filme donde la valentía tiene cara de mujer.