«La mujer del anarquista» es una película que me habían
recomendado hasta el cansancio hace unos años y me desengañé cuando por fin la
vi.
Corrí a verla con la esperanza de
encontrar en ella reflexiones de Emma Goldam o al menos pequeños instantes de
lucidez política. Corrí a ella como la colegiala que le han dicho que en tal
parte hay unos zapatos que la esperan con las correas perfectas para el grosor
de su pie y su pantorrilla. Así de gráfico. La película me la recomendó un
desconocido cuando todavía estaba en la universidad. Eran épocas de búsquedas juveniles
en cuando a opciones políticas que coincidieran con mi militancia feminista,
que también se estaba cociendo. Si me preguntan por el desconocido, era un
Nacho Progre.
·
El problema viene desde el título
El título apetece pero si te
fijás bien, desde ahí se nota una posición secundaria para la que se espera sea
una representación del anarcofeminismo. Eso quisiéramos ver. Pero el título es
similar a los nombres que aparecen en la biblia al mencionar a las mujeres de
los pasajes bíblicos o aventuras del joven Jesucristo. Veamos: una tal viuda de
la moneda, la pecadora arrepentida, la mujer del flujo de sangre, la jorobada,
la mujer de la moneda perdida, la samaritana, la cananea, la sulamita. Son unas
cuantas que aparecen apenas nombradas: Rebeca, Sara, Josabet, Lidia y nuestra
preferida María Magdalena.
Desde el título debés entender
que será una película donde el único que se aventura en la política será el
marido porque ella sólo es LA MUJER del anarquista. NO la anarquista.
·
La trama lo comprueba
La trama la resumo así: La España
franquista, desgracia, guerra y muertes. Los patriotas, los amantes de la
libertad, se suman a la causa y como ha sucedido en las guerras de la historia
de la humanidad, las mujeres se quedan en casa a cuidar de los hijos, a esperar
al marido y soñar con que todo vuelve a ser precioso y honesto. La película muestra
cuál era uno de los papeles de la mujer en los conflictos armados. Eran
enviadas a las casas y las guarderías mientras el país se estaba quebrando. No
como modo de protección, más bien como una reserva para la procreación y para
realizar las labores, sucedida la guerra. No se muestra en ningún momento el
papel revolucionario de ellas, como si no existieron las mujeres que tomaron
las armas, las que instigaban en las fábricas, las que protestaban, repartían
panfletos, editaban periódicos insurgentes. No eso no. Para hacer más bonito el
asunto muestran a la esposa paciente, fiel y hacendosa, que además se muere de tristeza
porque no sabe si el esposo volverá, que sueña con hacer el amor con el héroe
de guerra.
En la película el esposo
libertario pasa varios años fuera de casa, enamorado de otra mujer. Mientras tanto la mujer del anarquista se queda en casa haciendo la
cena, guardando el cuerpo para el marido y soñando que hace el amor con él en
su cama matrimonial. Muestra el sufrimiento y la espera que sin duda atravesaron
muchas mujeres durante las guerras mundiales, mujeres que se quedaron esperando
maridos que no volvieron por distintos motivos y que si volvieron ya no son los
mismos debido al famoso estrés posguerra o porque se fueron con otra compa o
porque los mataron. Del modo que fuera, queda ese vacío enorme en la vida de la
esposa que todo lo puede en nombre del amor romántico que en realidad es el
matiz de la película, pues no sólo habla de la época franquista, sino que muestra
a una mujer que bajo los preceptos de la época, (que no han cambiado mucho),
debe seguir al pie de la letra su papel de esposa y madre abnegada.
Son tristes las escenas donde
ella cada noche rezaba y prendía velas para que él volviera, quizá ya sin
importarle que la quisiera, pero que al menos volviera vivo por los hijos abandonados.
·
El amor romántico nos encadena
La mujer del anarquista muestra
eso, que el amor patriarcal, el que nos han enseñado y nos siguen vendiendo en
el cine, perpetúa la idea de que está bien sacrificarse tontamente por el qué
dirán, ocultar nuestros propios sueños y esperar. Sólo esperar y aguantar el “hombre
que Dios te dio” porque no se puede cuestionar el designio divino. La mujer del
anarquista ve pasar los mejores años de su vida esperando al marido. Ella es
indiferente a la política porque eso es cosa de hombres, ella debe cuidar a los
niños por instinto materno y soñar con el día que casada de blanco, el esposo
le prometió felicidad cada día de su vida.
Cierro el espacio con estas frases
que nos invitan a reflexionar el tema:
«El día que una mujer pueda no
amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino
encontrarse, no humillarse sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como
para el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal». (Simone de Beauvoir)
«En el amor seguimos siendo muy
idealistas. Somos supermodernas, con todos los elementos de la modernidad
-pensamiento crítico, principio de realidad, análisis concreto-, pero en el
amor nos perdemos, y seguimos queriendo amar y que nos amen según los mitos
tradicionales, universales y eternos que han alimentado nuestras fantasías». (Marcela Lagarde)
Y una de mis favoritas que cae
excelente al tema y que titula este artículo:
«El amor ha sido el opio de las
mujeres, como la religión el de las masas. Mientras nosotras amábamos, los
hombres gobernaban». (Kate Millet)
Por cierto, la mujer del
anarquista se llama Manuela en la película. Y en la reseña que se encuentra en internet
describe al esposo como un libertario y a ella como una apasionada. Porque
claro, los hombres luchan y las mujeres amamos.
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