Eva Perón es conocida por su
peculiar paso en la historia política argentina, que le valió también un puesto
en la historia de la mujer en Latinoamérica. Sobre ella se ha escrito y
especulado bastante, desde su origen humilde: la muchacha de provincia que
llega a la ciudad a convertirse en actriz y da el salto a la política, hasta a
un final inusitado, que merece evaluarse a contraluz: los usos políticos y
machistas de su cuerpo. Eva tendrá en vida y en muerte, tantos detractores como
fieles.
De Eva Duarte a Eva Perón a Evita
Como lo que nos interesa saber es
la participación de Eva en la Política argentina, procedamos a su encuentro con
Perón. De tal noche se especulan tantas cosas, más de farándula y cotorreo que
con intenciones históricas. La versión más aceptada es la que se ubica el 19 de
enero de 1944, donde Perón, en ese momento, al frente de la Secretaría de
Trabajo y Previsión, convocó a la población artística del país para ayudar a
los damnificados del terremoto de hace 4 días (15 de enero de 1944) además anunció
un festival artístico para tales fines. Eva asistió a dicho evento y en algún
punto de la noche se encontró con Perón, quien por esos entonces ya figuraba
como candidato a la presidencia. El relato cuenta que hablaron de tal manera
que Eva ofreció apoyarles desde la radio, en donde ya tenía acciones políticas
en pro de la comunidad artística. Era presidenta de la Asociación radial de
Argentina. Lo que por supuesto sorprendió a Perón y cuentan que se fueron
juntos en coche. Eva, con un candor ingenuo expresó que esa noche señalaba el
inicio de su verdadera vida.
A partir de entonces Eva no se
separa de Juan Domingo Perón, de quien cree que aprenderá todo, ignorando ella,
que tenía la esencia de una líder nata. Apenas sí se asomaba la tenacidad que
más tarde la inmortalizaría. Ese mismo año a Perón se le encarcela, por parte
de quienes no estaban contentos con su candidatura. Esto solo aceleró la boda al
año siguiente, en octubre de 1945. Se embarca Eva a ayudar a su ahora esposo,
en la campaña presidencial y era su fama de actriz, su identificación con las
clases menos favorecidas, que conocía bien porque ella misma había vivido la
pobreza, y su carisma, lo que hacía a la gente simpatizar por tan peculiar
pareja. Ahí la gente la comenzó a llamar Evita, apodo cariñoso y aniñado porque
la vieron siempre mitad infanta mitad ambiciosa. Quizá la vieron como digna
esposa de Perón y él lo sabía, de hecho, se podría creer que fue una de las estrategias
de Perón para alcanzar la silla presidencial. Una esposa tan conocida y querida
por las masas, ella sería capaz ponerlas de su parte. Un primer uso político de
su cuerpo: Ella haría el trabajo de campo, visitaría barrios pobres, hablaría
con los obreros, sería la principal abanderada del peronismo, pondría como su
principal actividad la dignificación de la multitud encarecida y olvidada a los
que llamó “sus descamisados”.
Machismo y amor romántico
Eva decía que su vida y su obra
eran gracias al coronel, a su amado Perón. Su amor era tan grande y desmedido,
propio del amor romántico que le dificultó reconocer que en verdad era su proyecto,
y esa entrega a lo que creía justo nacía desde una vida ya dejada atrás pero
nunca olvidada porque ella vivió el odio de clase y de género toda su vida: La
discriminación hacia Eva venía de varias partes: por su pertenencia étnica ―lo
que despectivamente se conoce como «cabecita
negra»― por parte de su madre, de clase baja, hija no reconocida, y
su oficio de actriz que desde la óptica machista era un oficio de mujer pública. Todos esos fueron puntos
detonantes para ser criticada por la sociedad argentina de la época que no veía bien que una mujer con tales características formara parte de la historia
política y desde sus encendidos discursos acusara a la oligarquía y clases
acomodadas a negar a los desfavorecidos lo que por derecho merecían.
Y motivos tenían para ver con
resabio a Eva: su acción sindical, su participación en la campaña electoral de
Perón, la fundación y presidencia del Partido Peronista Femenino y la propuesta
como candidata a la Vicepresidencia, una participación activa que no les estaba
permitida a las mujeres peor a las primeras damas. Aun así, Eva creía en su
regocijado amor, que solo sería recordada como la mujer del presidente y que por ello solo merecía pequeñas notas al margen de la figura de Perón, cuando a sus 33 años
instituía su propio legado.
- El paternalismo
La falta de una figura paterna en el caso de
Eva, pudo ser uno de los factores por los que ella le dedicó un amor febril y
romántico a Perón. No podríamos decir lo mismo de él, quien siempre la
visualizó como una alumna, una atenta seguidora, un instrumento del peronismo que con su enseñanza
logró lo que -según él- habían soñado juntos.
Muestras del paternalismo y
machismo de Perón se hallan en entrevistas donde habla sobre ella, tomemos de
ejemplo la siguiente cita: “Eva fue un producto mío, yo la preparé para hacer
lo que hizo (…) la acción de Eva fue ante todo social: esa es la misión de la
mujer. En lo político se redujo a organizar la rama femenina del partido
peronista. Dentro del movimiento, yo tuve la conducción en conjunto”[1]
En palabras de Silvia Miguens:
“Evita lo adoraba compulsivamente; sin embargo tenía su propio estilo, mezcla
de esposa, secretaria, amante, matriarcal y patriarcal al mismo tiempo”[2]
Hay que decirlo: Eva no era
feminista. Contradictoriamente, al ser una mujer de tenacidad y visión, tenía
impregnados los conceptos machistas y tradicionales de la mujer que vela y
cuida de su hogar, un prototipo de madre abnegada que veía en los pobres a sus
hijos espirituales. Consideraba una forma de egoísmo que la mujer pensara para
sí misma, porque su deber era vivir exclusivamente para su hombre. Y ella lo
siguió al pie de la letra con Perón. Imagínense si Eva hubiese militado con el
feminismo y no con el peronismo. Hubiese sido aliada de la escritora Victoria
Ocampo, pero el peronismo no hubiese sido tal sin Eva y viceversa. Se nutrieron
ideológica y mutuamente.
Eva y los derechos de la mujer
Perón asume la presidencia el 4
de junio de 1946 y Eva comienza su trabajo social y lucha por los derechos
políticos de las mujeres. El 23 de septiembre de 1947 presenta al congreso la
Ley 13.010, que concedía a la mujer el derecho al voto y a su participación
política. Acción que Eva, presa de su amor, adjudicaba en mérito a Perón. Tal
acción no fue del todo agradable para sectores feminista del país que tenían
una gran trayectoria luchando por sus derechos, los cuales Eva conseguía,
gracias a su posición política y la presión al congreso. Sin embargo, muchos
sectores opinaron de manera machista que era solo una concesión de Perón, como
si de un capricho infantil de Evita se tratara y desmeritaban el logro olvidando
lo que realmente significaba para toda Latinoamérica.
Sobre su trabajo social podemos
apuntar que desde la fundación Eva Duarte creó hospitales, escuelas, asilos, guarderías, hospedajes, zonas de esparcimiento. Su amplio trabajo social correspondía más al asistencialismo y al fervor que a la comprensión profunda de las raíces de la pobreza, pero le bastó para dejar un legado y ganarse no pocos detractores.
Usos políticos y machistas de su
cuerpo
Eva Perón es diagnosticada con cáncer
de cuello uterino del que no se recupera. Murió a la edad de 33 años el 26 de
julio de 1952. Su cuerpo fue embalsamado y expuesto en la Confederación General de
Trabajadores hasta que la Revolución Libertadora derrocó a Perón el 23 de
septiembre de 1955, el cadáver fue secuestrado y estuvo desaparecido 14 años.
Fue el dictador Aramburu quien ordenó al teniente coronel Moori Koenig y a sus
hombres que entraran al edificio donde estaba resguardado el cuerpo. Lo ocultaron
en un camión y recorrieron la ciudad. El mito cuenta que se detuvieron en
distintas partes y que a veces aparecían flores en el vehículo. Llegaron a
creer que eran ofrendas de los seguidores de Eva, hecho que obsesionó a Koenig,
quien llegó a tener el féretro en su propia oficina. Según fuentes, el cuerpo
fue abusado y se le cortó un dedo. A Koenig se le destituyó de la custodia
porque se había enamorado/ adueñado del cuerpo, como lo relata el periodista
Rodolfo Walsh en su cuento “esa mujer”. En abril de 1957 el cadáver fue
trasladado a Italia con un nombre falso y enterrado en Milán.
Su cuerpo no tuvo descanso físico desde su muerte porque se le vio como
chivo expiatorio: para vengarse, para humillarla, para burlarse de Perón y
hasta para perversión sexual. También fue usado para crear veneración
entre las masas. El mítico cadáver de la benefactora de la patria pasaba a la
posteridad y se volvía un aparato de culto en el imaginario colectivo. Acción
ya sea adrede o no, por parte del peronismo.
El cuerpo de Eva sufrió robo, humillación,
exhumación y reducción a juguete político. La misma Eva no hubiera creído de lo
que serían capaces de hacer con sus restos. La violencia machista ejerció poder
sobre su cuerpo, apropiándoselo para sus interés más bajos y vergonzosos. En
vida no pudieron soportarla, porque a las mujeres tenaces se las tilda de
entrometidas y el liderazgo es visto como contrario a las virtudes femeninas,
torturar un cadáver es la cumbre de la violencia machista.
Estuviéramos de acuerdo o no con
el pensamiento político de Eva tampoco da el aval para que se le sometiera a
tales vejaciones. El trasfondo aquí, es que el cuerpo de la mujer sigue siendo blanco de violencia por parte de propios y extraños, sigue siendo
humillado y abandonado a su suerte, pudiendo llegar por fin a manos de sus
familiares (como el caso de Eva) porque ninguna familia está tranquila pensando
que una mujer (hija, hermana, tía…) está desaparecida y que depende del humor del
secuestrador. Nos duele que todavía NUESTROS CUERPOS puedan ser arrebatados y
objetualizados. Nos duele todavía que la región no haya comprendido la magnitud
de esta zozobra y que se nos culpe, nos escrute y señale por ATRAER violencia
con el simple hecho de ser MUJER.