Las que fueron las heroínas de muchas de nosotras no pasan
el test de Bechdel y me doy cuenta ahora.
Recuerdo que era una puberta
cuando vi a las ángeles de Charlie. No tenía conciencia del poder de mi cuerpo,
apenas entendía la menstruación y a partir de ahí, la presión de volverse
apetecible para los hombres cobraba un eco angustioso y duro. No fue difícil que
me sedujeran un elenco de mujeres visualmente guapas. Y cómo no. El concepto de
espía sexy es uno de los más explotados y bien usados por el patriarcado de
Hollywood. En pleno auge de las películas de acción de los dos mil, un remake
de la serie setentera no vino nada mal.
Las ángeles encarnan como la
mayoría de películas gringas, el erotismo norteamericano de la rubia sexi,
aunque Lucy Liu tenga rasgos asiáticos, en ese caso, parece que la intención
era darle un toque cosmopolita al elenco, lo que no afecta el objetivo implícito
del rodaje: El mandato de erotizarte, volverte una chica sexy a toda cosa, con
el fin único de gustarle a los hombres, porque el discurso es hetero. Nos guste
o no. Y lo vemos en cada escena donde las ángeles tienen que usar su capacidad
de seducción, sin importar si se cosifica, el objetivo es cumplir una misión.
Pero ¿Por qué no pasa el test de
Bechdel? Primero, no es un filme que de verdad aborde el empoderamiento
femenino. Es lo que nos venden, poniendo chicas preciosas usando armas, trajes
ajustadísimos, a veces disfraces eróticos, porque el plan es el de siempre,
embobar a los hombres para salir a flote de los peligros. Eso es lo que más se
enfatiza, porque si lo recuerdan, poco importa que sean brillantes,
carismáticas y valientes, cuando dicen algo listo es tomado como un mínimo
instante de suerte o cuando se enfrentan a una jauría de matones, deben lucir
sexys pateándoles los huevos. Todo esto pensado para complacer al público
masculino.
Segundo, a pesar de que la
película es protagonizada por mujeres y que estas interactúan entre sí, sus
conversaciones giran siempre sobre lo mismo: salvarle las pelotas a Charlie o
los novios de las ángeles, que incluso la personaje interpretada por Drew
Barrymore, que resulta la más rebelde del grupo, vive con la sombra de su
pasado, un ex de mierda que en la película 2 la persigue por meterlo a la cárcel.
Como si fuera un mensaje oscuro de que los hombres se vengarán de nosotras
tarde o temprano y vivás con ese miedo. Entonces, la evolución que podría
suponer cada personaje se queda corta, mínima. Las ángeles vuelven con sus
novios, o se casan, pero siguen cuidando a Charlie. Reproduciendo ahí, mitos
del amor romántico: un hombre es la solución, el cuidado de los otros por
encima de nosotras, el miedo a renunciar a un estilo de vida muy comprometido
si eso pone en riesgo la vida marital, límites al fin. Es claro que la película
no habla de liberación femenina. Otro producto cultural donde erotizarte
significa “existir”.
¿Y qué ondas con el tipo raro que
arranca pelo y se lo restriega en la cara? El matón que las chicas llaman “sombrío”
es el misógino común, el que no conoce ningún tipo de escrúpulo a la hora de
matar mujeres. Además de ser un mal cliché del tipo raro que te puede matar si
no andás lista. Otro personaje que vive en nuestro inconsciente: el depredador.
Pues a lo largo de la película, son incontables los enemigos que persiguen a
las ángeles, y no es un mensaje de alerta, la intención es alimentarnos el
miedo porque no expone la muerte en sí misma, sino la facilidad con que una
mujer puede morir bajo el capricho de un hombre: vean lo ridículo de esas
escenas donde una turba de hombres se relamen de gusto ante la que piensan será
una paliza a una mujer.
Las ángeles de Charlie son otro
concepto patriarcal donde el placer focalizado es el masculino. Similar a lo que
vemos en las personajes de cómics que reúnen erotismo y poderes acordes a su
clase. Malas o buenas siempre deben verse apetecibles. De todo esto me doy
cuenta ahora que puedo juzgar los productos culturales que he consumido y que difícilmente
saldrán de la cultura pop en la que crecimos, agringándonos y viendo heroínas donde
no las hay. Y al decir esto, también expongo que mis heroínas de caricaturas no
son exactamente empoderadas porque han sido diseñadas para mover hormonas
machistas, siempre listas para salvar al mundo en minifalda. ¿Casualidad?
Remate: ¿Puedo seguir disfrutando
cine que no cumpla el test de bechdel? ¿Qué tan rigurosa hay que ser? Digo que
la rigurosidad o los límites se los ponga cada quien. Ni la pureza ultra ideológica
es sana ni el acomodamiento acrítico tampoco. Cuando me topé el fin de semana con
la película 1 de las ángeles de Charlie, la vi y fue inevitable sentarme a
escribir esto. Ya no soy una puberta que se busca en ídolos de ficción. Las
mujeres que están cambiando al mundo están en la vida real, investigando,
releyendo, reivindicando, denunciando. Personalmente, este tipo de cine ya no
puede producirme asombro o admiración, sólo pequeños espacios de relectura del
discurso machista y patriacal que ahora son urgentes porque dejar atrás el adoctrinamiento con el que
fuimos tejidas no es fácil. Y sí, tuve que reconocer que las ángeles de Charlie
son hijas del patriarcado.
PD: Drew Barrymore, amo tu trabajo
actoral. Además fuiste chera de Courtney Love en la mera época grunge. Me caés
bien a pesar de tus películas.